A los 91 falleció Christopher Plummer, uno de los actores más vistos en toda la historia del cine. Plummer actuó en La novicia rebelde. Pero su papel del prusiano y riguroso capitán retirado Von Trapp quedaba prácticamente sepultado por el de Julie Andrews. Por tal motivo no fueron muchos los que retuvieron su nombre o su rostro.
Nacido para la clase de secundarios que antes se llamaban «de carácter», a Plummer le sucedía algo que de acuerdo al canon hollywoodense le impedía acceder a papeles protagónicos. Parecía haber nacido «viejo». Y ya se sabe que eso en Hollywood está prohibido. Al menos si se quiere encabezar el elenco. Sin embargo, este nativo de Toronto, fallecido en su casa de Connecticut, fue de esos actores que recuerdan que en cine, la palabra «secundario» no tiene nada que ver con segundón.
Nominado al Oscar en tres ocasiones (por The Last Station, 2009, Beginners, 2010, y Todo el dinero del mundo, 2017), Plummer lo obtuvo por la segunda de ellas. Sin embargo, su nominación por Todo el dinero del mundo le valió otro galardón, más para el Guinness que para el Oscar: con 88 años, fue el actor de más edad nominado en la historia para un premio de la Academia.
Con siete décadas de carrera, Plummer, expatriado temprano, comenzó como tantos en Broadway, donde debutó a los 25 años y como corresponde, interpretando varias obras de Shakespeare. En cine se inició a fines de los años ’50.
Portando los majestuosos bigotes de Rudyard Kipling en El hombre que sería rey, de John Huston, este actor de 1.78 de estatura comenzó a imponer una presencia que inevitablemente «inspiraba respeto». Ya fuera en papeles de villano, para los cuales su mirada penetrante, semisonrisa sardónica y rostro que el tiempo fue marcando lo hacían particularmente dotado, o lisa y llanamente de hombre poderoso, por su capacidad para dominar el centro de la escena, por su porte, su solemnidad, su aspecto de mandatario intocable. Plummer fue uno de esos actores infalibles, capaces de redimir cualquier bodrio por su mero estar en escena.
Como todo actor de carácter, Plummer envejeció bien, y con el correr del tiempo su rostro se fue haciendo más popular, de modo que Spike Lee lo llamó para el papel de capellán en Malcolm X (1992), Terry Gilliam para el del doctor Goine en 12 monos (1995), en Una mente maravillosa fue el psiquiatra que atiende a Russell Crowe, en Alejandro, de Oliver Stone (2004), probó su autoridad encarnando nada menos que a Aristóteles, y en Todo el dinero del mundo fue ya ese miserable todopoderoso llamado Paul Getty.
El de Entre navajas y secretos (2019) fue uno de sus últimos papeles. Actualmente estaba filmando la que será seguramente su última película, una de superhéroes cuyo título original es Heroes of the Golden Masks.
Los fans de Stephen King lo recordarán por su genial rol del detective John Mackey en Dolores Claiborne, de 1995.
Que descanse en paz.