Philip Roth, uno de los gigantes de las letras estadounidenses del siglo XX, murió el 22 de mayo a los 85 años.
Su deceso se debió a una insuficiencia cardíaca congestiva. Se había retirado de la actividad en 2012 porque, simplemente, creía que ya había escrito todo lo que tenía para escribir.
La noticia sacudió al ámbito literario estadounidense, aunque también repercutió en el mundo entero, donde cosechó seguidores y cobró estatura de gigante desde la década del 60.
«He dedicado mi vida a la novela: he estudiado, he enseñado, he escrito y he leído». Con esa frase, Roth, nacido Newark (Nueva Jersey) en 1933, explicó su retirada de la actividad en junio de 2012.
Antes de estos seis años de lectura, música y amistades en el Upper West Side neoyorquino, había construido su propio castillo de palabras, que le dieron reputación en todo el planeta y un sinfín de grandes premios: el Pulitzer en 1998 y el Príncipe de Asturias en 2012. También fue distinguido en 2013 como comendador de la Legión de Honor de Francia.
Todo comenzó en The New Yorker, donde publicó sus relatos tempranos. Algunos, como la nouvelle que le daba título al libro, fueron publicados en la colección Goodbye, Columbus, en 1959.
También se animó a la quimera que persiguieron tantos novelistas estadounidenses. Lo hizo sin rodeos, asumiendo el desafío desde el título: La gran novela americana, publicada en 1973.
El Lamento de Portnoy es otro mojón en su carrera. En ese volumen de 1969 reunía dos grandes temas que desarrolló hasta el final: la vida judía y el sexo. Siempre con una mirada satírica y audaz sobre la vida contemporánea.
La visita al maestro, en 1979, inició la trilogía Zuckerman encadenado. En los noventa salió Pastoral americana (1997), por la cual fue reconocido con el Pulitzer. La conjura contra América (2004) fue otro juego de la imaginación.
Después de una treintena de libros, incluidos títulos autobiográficos y ensayísticos, Némesis (2010) marcó el final de su carrera.
El balance de ese recorrido fue condensado por el jurado que le concedió el Príncipe de Asturias: «Su obra narrativa forma parte de la gran novelística estadounidense, en la tradición de Dos Passos, Scott Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, Bellow o Malamud. Personajes, hechos, tramas conforman una compleja visión de la realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos y el desasosiego del presente».
Stephen King declaró en más de una oportunidad su admiración por la obra de Roth.